Alea iacta est

Alea iacta est

miércoles, 3 de septiembre de 2014

(Delante de un puerto)

Me aterra cualquier cosa sin ti. Es el miedo más fuerte que jamás haya vivido, tanto que incluso olvido respirar. Siento unas manos invisibles que aprietan mi garganta y creo que en cualquier momento vomitaré mis sentimientos y luego ya no quedará nada dentro mío, ni siquiera yo misma. Es ese dolor en las venas, que parece como si la sangre se hubiera cansado de correr, siempre en círculos, sin llegar a ningún lado. 
No quiero hacer de ésto un poema, ni mucho menos otra carta. No quiero que suene bien, quiero que suene auténtico. Ojalá pudieses entender que te amo, y no voy a usar la expresión ''como nunca he amado a nadie'', sino ''como no quiero amar a nadie más ''. A veces los porqués no existen, sólo existen los qués. 
Me cuesta -y me niego- a creer que tanto amor va a quedar tirado, borrado y olvidado. Me parece excesivamente cruel por mi parte, por la tuya y por la del Universo. Sé que la frase ''cuando una persona desea algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño'' no es verdad, que depende de uno mismo, de todos los involucrados (y a veces de personas fugaces) y del azar. Pero desearía que fuese realidad.
No puedo expresar con palabras el dolor que me provocas, ni tampoco la felicidad. No puedo explicar lo que siento al verte, al oírte, al rozarte, porque no me creerías. En fin. Sólo pido una oportunidad.
Es todo lo que quiero, y estoy dispuesta a endeudar mi alma de por vida, si con eso la consigo. Hipotecar mi vida por ti. Y lo dejo por escrito, porque los contratos no se rompen.

Confío en ti. O mejor dicho: quiero confiar en ti.
MARTA