Alea iacta est

Alea iacta est

lunes, 3 de marzo de 2014

A veces, en sueños, cruzo el túnel con la vieja furgoneta y me siento infinito. A veces, en la realidad, cruzo la estación a pie y me siento jodidamente insignificante. La estación siempre está vacía, incluso cuando hay gente. Sus cuerpos están tan llenos de mierda, sus almas tan sucias y sus mentes tan vacías, que es como si no existiesen. A decir verdad, yo también tengo el cuerpo lleno de basura, el alma sucia y la mente vacía. Al menos desde que te fuiste.
Yo antes creía en el mundo. Creía en ti. No era feliz, cierto, pero anhelaba serlo. ¿Y ahora? Ahora todo es soledad. Y es que ni siquiera el alcohol puede reemplazarte, aunque sea temporalmente.
La soledad no es lo mismo habiéndote conocido. Antes era no estar con nadie. Ahora es no estar contigo. Y no sé. Por mucho que me acostumbre, sigue doliendo. Y eso es malo, porque significa que sigo existiendo.


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